Distintas maneras de amargarte un día

Hoy tocaba El Bicho en mi ciudad y  lo siento para los/las que les guste ese tipo de música, pero a mi me desagrada bastante.
El escenario estaba montado en la plaza de la catedral, así que cuando volvía de mi paseo de los domingos (ese que se da con la música a tope para no pensar en nada) me he cruzado con todo el percal. No se ni cómo demonios ha pasado, pero de pronto estaba fundiendome con la masa de gente y no veía por dónde podía salir para llegar a mi casa.
He visto un hueco y sin mirar a nadie he avanzado, cuando de pronto una mano se ha estampado contra mi pecho, me ha tirado al suelo y me ha dejado por unos segundo sin respiración.
Ha sido (aparte de doloroso) curioso. Curioso porque con la música apenas escuchaba nada más, estaba completamente en mi mundo y algo del exterior me ha hecho volver a la realidad de una de las peores formas que se me ocurren.
He caído escuchando a Serj Tankian, ya no podré oír "sky is over" sin acordarme de lo penoso que ha sido el fulminar con la mirada al que me ha propinado el golpe y darme cuenta de que era un segurata.
¿El motivo?, por lo visto me estaba acercando a la zona en la que se encontraban algunos músicos que aún no habían subido al escenario y habían intentado entrar ya un montón de niñas. El encargado de evitar el peligro que pueden suponer 4 o 5 niñas pidiendo autógrafos  había perdido la paciencia y me ha tocado a mi pagarlo, qué cosas.

Le he gritado bastante, me ha ladrado, y perdiendo la poca paciencia que tengo le he empujado yo también. Como los gitanos, han aparecido dos más y me han sacado de la plaza a empujones con un montón de gente mirando... de verdad, dales un uniforme y se creen los Dioses del mundo.

Domingo, una bonita marca en el brazo y una mala hostia que no se me va ni con aguarrás. Bienvenida seas, semana.

-Kalina-